Bolivia, siete semanas que agrietaron el muro de silencio de la pederastia en la Iglesia

La publicación del diario de un cura en el que reconoce los abusos sexuales provocó que salieran a la luz nuevos casos en el país latinoamericano y una cascada de iniciativas tanto institucionales como eclesiásticas


El procurador general de Bolivia, Wilfredo Chávez, da sorbos a una taza de café mientras habla pausadamente sobre el terremoto mediático que ha provocado la revelación de los casos de pederastia dentro de la Compañía de Jesús en su país. El sonido de su móvil corta la conversación con el periodista, y el procurador, el equivalente al fiscal general en España, revisa lentamente el mensaje que acaba de recibir.

?Era el presidente. Al final de la tarde enviará a la Asamblea Legislativa el anteproyecto de ley.

Chávez se refiere a la proposición legislativa del jefe del Gobierno boliviano, Luis Arce, para hacer imprescriptibles los delitos de pederastia y para crear una comisión de la verdad que investigue casos concretos y elabore un informe ?a fin de evitar la impunidad? de los agresores sexuales y de los superiores religiosos que encubrieron estos crímenes. Tras la pausa, Chávez continúa hablando durante una hora más con EL PAÍS en su despacho privado en el centro de La Paz sobre la ?urgencia? del Estado boliviano en reparar a las víctimas de abusos y que la Iglesia pague por el daño causado.

Este episodio ocurrió hace un mes, en la tarde del 12 de mayo. El escándalo de los abusos llevaba casi dos semanas abriendo los telediarios de Bolivia y la Iglesia, en especial los jesuitas, no dejaba de entonar públicamente el mea culpa por haber protegido a sus curas pederastas y haber permitido que tantos niños sufrieran agresiones sexuales. El seísmo mediático, político y social no paró esa noche con la iniciativa del presidente. Desde ese día hasta hoy los acontecimientos se han precipitado: más de una decena de nuevos casos han salido a la luz, hubo manifestaciones en distintos puntos del país, las autoridades ?eclesiásticas y civiles? han anunciado diversas medidas para investigar todo lo ocurrido e incluso el papa Francisco ha respondido a una carta del presidente con otra misiva, que el Gobierno hizo pública este viernes, para manifestarle su ?dolor, vergüenza y consternación?.

La sucesión de estos acontecimientos a lo largo de las últimas siete semanas se ha producido con gran celeridad si se compara con lo ocurrido en países como España, donde el escándalo de la pederastia se prolongó más de cuatro años, desde que EL PAÍS empezó su investigación sobre esta lacra y su recuento de casos, hasta que la Iglesia y el Congreso de los Diputados tomaron cartas en el asunto. Esta es la crónica del mes y medio en el que el muro de silencio de los abusos a menores en la Iglesia boliviana empezó a agrietarse.

La chispa. EL PAÍS publica el 30 de abril el reportaje de investigación Diario de un cura pederasta, la historia del jesuita español Alfonso Pedrajas, conocido como padre Pica y fallecido en 2009, que escribió una especie de memorias en las que admite que abusó de decenas de niños mientras era profesor en varios colegios de la orden en Bolivia, desde los años setenta hasta los noventa. En ese documento también afirmó que la orden lo supo ?lo contó en numerosas ocasiones a siete de sus superiores y una decena de clérigos bolivianos y españoles? y que le protegió hasta el final.

Las reacciones no tardan en producirse. El procurador general de Bolivia ?representante legal del Estado en la defensa de los derechos, intereses y patrimonio de Bolivia?, Wilfredo Chávez, anuncia en su cuenta de Twitter que investigará el caso de Pedrajas. Los jesuitas publican un comunicado pidiendo perdón. Los grandes medios del país amplifican la noticia. Los principales afectados, las víctimas y activistas por los derechos de los niños, repiten la idea de que el caso Pedrajas era la chispa para que ?detonase la bomba?.

Los superiores de la Compañía, señalados. Dos días después de la publicación, el superior de los jesuitas, Bernardo Mercado, ejecuta una medida insólita y aparta cautelarmente a ocho exprovinciales por el posible encubrimiento de los delitos del padre Pica. Cinco de ellos ocuparon el cargo durante los años en los que el jesuita español cometió los abusos y el resto lo ejercieron tras la muerte de este. Siete son sacerdotes españoles que ejercieron su carrera pastoral en Latinoamérica como misioneros. Esa semana la Fiscalía abre una investigación de oficio, tras la denuncia formal presentada por el procurador general el 3 de mayo. El Ministerio Público toma declaración a los responsables de la orden, entre ellos a su provincial, que acude a los tribunales serio, cabizbajo y con la promesa de que ?los jesuitas colaborarán con la justicia?.

Estos hechos provocan que nuevas víctimas de Pica y algunos testigos de otros casos de abusos salieran a la opinión pública para denunciar la impunidad con la que actuaban los sacerdotes pederastas. Un ejemplo es Pedro Lima, un exjesuita que en 2002 acudió al provincial de entonces, Ramón Alaix, para denunciar los abusos de Pedrajas y de otros tres sacerdotes ?Luis Tó, Antonio Gausset y Carlos Villamil?. Como respuesta, Alaix le expulsó de la orden, aunque con la garantía de que los jesuitas seguirían pagando su formación para que fuera ordenado sacerdote. Pero Lima siguió denunciando la inacción de los jesuitas y, cuenta, Marcos Recolons ?otro superior, amigo y encubridor de Pica que años después alcanzaría un alto cargo en la orden en el Vaticano? le llamó por teléfono para anunciarle que los jesuitas dejarían de financiar sus estudios. ?Me dijo: ?No voy a permitir que hables [mal] de mis hermanos?, cuenta.

El problema adquiere una nueva dimensión con estas revelaciones y unos días después, el día 10 de mayo, el presidente Luis Arce hace sus primeras declaraciones oficiales y pide ?castigar? severamente los casos de abusos en la Compañía de Jesús.

Un anteproyecto de ley antipederastia en tiempo récord. Crece el malestar social en Bolivia. El día 11 un grupo de activistas feministas convoca la primera concentración ante la sede de la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB). Las manifestantes queman fotografías de Pedrajas y realizan pintadas en el edificio con frases como ?curas violadores fuera de Bolivia?. De las calles, el escándalo salta a las instituciones públicas. El 13 de mayo el presidente Arce registra en la Asamblea Legislativa boliviana un anteproyecto de ley para hacer imprescriptibles los delitos de pederastia y para crear una comisión de la verdad que investigue lo sucedido en instituciones como la Iglesia. En menos de dos semanas, el Gobierno boliviano intenta legislar por primera vez en su historia sobre la pederastia eclesiástica y aspira a crear una comisión que aporte datos sobre estos delitos.

El foco en el encubrimiento. El goteo de nuevas denuncias contra clérigos se hace más constante la semana después de la presentación del anteproyecto de ley. Una de ellas, contra el jesuita español Francesc Peris, involucra a la Compañía de Jesús en España, que lo envió al país latinoamericano a comienzos de los ochenta con varias acusaciones de abusos en Barcelona. Tras un año en Cochabamba, donde constan varias acusaciones contra él, regresó a Cataluña en 1984. Allí, según denuncias recabadas por este periódico, siguió abusando de niñas al menos hasta 2005, cuando la orden volvió a apartarle. Este caso ejemplifica una de las prácticas habituales de encubrimiento de la Iglesia, que trasladaba a los pederastas de colegio en colegio ?también a otros países? para silenciar el escándalo.

Otro caso que sale a la luz esa semana es el del arzobispo español Alejandro Mestre, fallecido en 1988 y que fue prelado de La Paz y secretario de la CEB a comienzos de los ochenta. Mestre abusó de un menor en 1961, cuando era profesor jesuita en el colegio paceño de San Calixto. Nacido en la localidad valenciana de Quart de Poblet en 1912, Mestre es el primer español en desempeñar el cargo de obispo que es acusado de un delito de pederastia. Como respuesta, la Fiscalía hace un registro el 17 de mayo en la sede de la Compañía de Jesús y amplía con estas nuevas denuncias su investigación inicial.

Una carta del presidente al Papa y un enviado del Vaticano. El domingo 21, el Vaticano anuncia que uno de sus expertos sobre pederastia viajará a Bolivia para reunirse con los obispos para tratar este tema. Se trata del sacerdote español Jordi Bertomeu, oficial de la sección disciplinaria de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Una visita que ya estaba programada con anterioridad, pero cuya agenda cambia en medio del escándalo

Ante esta nueva situación, Arce envía un día después una carta oficial al papa Francisco para pedirle acceso a todos los archivos, expedientes e información referente a los casos de pederastia cometidos por sacerdotes y religiosos católicos en territorio boliviano de los que la Iglesia tenga constancia. También le anuncia que, hasta que se revisen los Acuerdos entre Bolivia y la Santa Sede, el país latinoamericano se reservará el derecho de admitir el ingreso de nuevos curas extranjeros con antecedentes de abusos sexuales contra menores. A finales de esa semana, el 25, la CEB anuncia una investigación general de los casos de pederastia del pasado y que comunicarán ?con transparencia a la opinión pública los avances?, iniciativa similar a la que otras iglesias europeas ya pusieron en marcha hace unos años.

Protestas en las calles. La última semana de mayo, varias manifestaciones recorren las principales ciudades bolivianas. En La Paz y Cochabamba, los asistentes construyen muñecos a tamaño real con las caras de los principales sacerdotes pederastas. Al final de estas protestas, esos peleles son quemados a modo de crítica. ?Arzobispo encubridor es igual de violador? es uno de los cánticos más sonados durante las marchas. Las concentraciones se alargan hasta comienzos de mes, las más numerosas son apoyadas por representantes públicos, como el procurador Chávez.

El papa Francisco se pronuncia. Entrado el mes de junio el tema de los abusos sigue creciendo con nuevas denuncias por toda Bolivia, según datos avanzados públicamente por la procuraduría general. El 15 de junio la CEB anuncia las claves de cómo será la investigación general de los casos de abusos en su seno. Crea cuatro comisiones: una dedicada a la escucha a víctimas, otra de investigación, una destinada a la comunicación y otra a la prevención y formación. Un día después se hace pública una carta oficial del papa Francisco dirigida al presidente Arce en la que afirma sentirse conmovido por estos casos de abusos sexuales y su encubrimiento.

El Pontífice se compromete a trabajar junto al Gobierno boliviano para ?reparar las injusticias? de lo que considera ?uno de los desafíos más grandes para la Iglesia de nuestro tiempo?. ?Le manifiesto mi dolor, mis sentimientos de vergüenza y consternación. Pensando en las acciones nefastas de esos sacerdotes, y también en la negligencia de quienes tendrían que haber vigilado. Me siento conmovido e impresionado, porque los ministros de la Iglesia deben ser custodios y garantes del bien y del futuro de las jóvenes generaciones?, escribe.

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