Transfuguismo político: ¿mal de los partidos, o de la democracia?
¿Por qué tanta defección de personas de un partido a otro? ¿Son males de la democracia o es enfermedad de los partidos?
Ambas. En los partidos políticos se han venido agotando los sistemas disciplinarios y las adhesiones ideológicas, y muchos ?que se dicen políticos? han transformado su militancia en una actividad mercantilista, donde las convicciones y los principios se compran y se venden, o se adaptan al mejor postor ? y no dudan en mejorar y/o adecuarse a cualquier presupuesto. En la modernidad, las tácticas de los nuevos partidos por atraer militantes ya no distinguen valores, lealtades y ofertas, y acarrean de todo en nombre de: ?No importa de dónde vengas, importa más a dónde vamos?. Una visión relativista de la política, que presume de pragmatismo. La democracia, decía el clásico: ?no nos hace más felices, nos hace más libres?, y en función de eso y con las libertades consagradas en las leyes, la gente?en libertad? toma sus propias decisiones y actúa en consecuencia. Por eso tantos cambios de camiseta política de un partido a otro.
¿Y eso debilita a los partidos?
Le mete ruido y confusión a la vida interna de los partidos. Aunque el verdadero daño provocado por escisiones y fracturas partidistas alcanza su aterrizaje práctico, hasta que se celebran elecciones, en función del número de votos que logran o restan los que defeccionan de sus partidos de origen. Hasta entonces se conocen los verdaderos efectos.
Por ejemplo, la salida de Cuauhtémoc Cárdenas del PRI, en 1987, le costó al partido más de 6 millones de votos. La postulación de Ricardo Monreal a la gubernatura de Zacatecas, en 1998, le costó al PRI la derrota en el estado. La migración de priistas de Baja California Sur, en 1999, ha provocado derrotas consecutivas en ese estado. La salida de Antonio Astiazarán del PRI en 2018, le costó al PRI 236 mil votos. Lo que impacta en el costo político también son los motivos de las rupturas.No es lo mismo irse de un partido porque te cierran las puertas o te niegan el registro (Cárdenas, Astiazarán, Monreal) que hacerlo por mera ambición y cálculo político, como los casos recientes donde hemos visto irse del PRI mas a privilegiado(a)s de una burocracia política sexenal de lotería, que a verdaderos políticos de convicciones o que hayan destacado por haber hecho algo por Sonora en sus carreras políticas.
¿Tiene remedio el transfuguismo? ¿Qué se puede hacer?
Ya empieza a preocupar a los dirigentes de los partidos políticos por los impactos que tiene el fenómeno en el sistema representativo. No es justo, dicen, que se vayan a otro partido con todo y el cargo de elección popular obtenido en su partido de origen y defrauden la confianza que los electores depositaron en ellos, cuando votaron para que los representasen con ideas, compromisos y propuestas determinadas y diferentes a las que después abrazan.
¿Y qué habría de hacerse?
Reformar las leyes para combatir el llamado ?chapulineo?. Que ya no pueda haber brincos de un partido a otro mientras se ostente el cargo de elección para el que fueron electos, se tendrían que reformar la Constitución, las constituciones estatales y la Ley General de Partidos Políticos.También algunas reformas en los documentos básicos de los partidos, sobre todo, sus estatutos.
La preocupación de los dirigentes partidistas es que seguido se cae en la acción irresponsable de abandonar al partido de origen, con todo y el cargo de elección para pasarse a otra bancada.
¿Cuál ha sido la evolución de la representación en la historia reciente, sobre todo en el Congreso del Estado?
La legislatura XXIV de Sonora ?que inauguró la nueva Constitución estatal?funcionó de 1917 a 1919, y se inició con 15 distritos uninominales.
Así se mantuvo hasta la legislatura XXX (1929-1931), que bajó el número de distritos de 15 a 9. Un Congreso con nueve distritos se mantuvo por 41 años, hasta la XLVI Legislatura, de 1970 a 1973, que modificó de 9 a 11 los distritos.
En la legislatura XLIX, la de la reforma política (1979-1982), se amplió el número de distritos de 11 a 15, y por las nuevas disposiciones de reforma política se le agregaron cinco diputados de representación proporcional.
La legislatura de 1994 a 1997 inauguró la etapa de 21 distritos uninominales y hasta 12 de representación proporcional, tal y como permanece hasta ahora: 33 diputados.
A partir de ahí la pluralidad se asienta en el Congreso de Sonora y en los ayuntamientos. Aumentaron los diputados de representación proporcional y se acabó la hegemonía del partido dominante en la entidad.
En la LV Legislatura de 1997 al 2000 el PRI solo tuvo 14 legisladores de 33: 9 de mayoría relativa y 5 de representación proporcional. La primera ocasión en la historia en que el PRI no tuvo mayoría legislativa.
¿Los partidos más afectados por el llamado ?chapulineo? intensificado en tiempos recientes?
Obviamente, el PRI y el PAN. Sus dirigentes locales deberán registrar que están en la mira del gobierno estatal. Y no le van a bajar. El PRI no había experimentado en su historia la salida de dirigentes y militantes a otros partidos como ahora, ni siquiera cuando el PAN gobernó Sonora.
¿Los casos más sonados?
Heriberto Rentería, Jesús Baldenebro, Carlos Zataráin, Ernesto de Lucas; Natalia Rivera; Elly Sallard; Karina Zárate; David Palafox; regidores; Anabel Acosta (ex suplente de CPA); y Jorge Marquez (tres veces candidato del PRI en Navojoa); Misael Acuña (Divisaderos); David Alfaro al PES; Mario Welfo Álvarez a MC; David Corral, de Álamos al PAN. Los alcaldes de Rayón y San Miguel de Horcasitas, En Banamichi el alcalde de MC pasó a Morena. En Agua Prieta, la familia Terán, que siempre estuvo en el PRI se pasó al PES. Por pifias, al PRI se le fueron los ganadores en Bácum (RSP), Mazatán (MC) y Huásabas (panal)
¿Y en otros casos?
María Dolores del Río; Cuauhtémoc Galindo, Célida López Cárdenas; Ernesto Munro Jr; Humberto Souza; Gustavo de Unanue, padre e hijo, (se alejaron del PAN sin ruta definida). También Rosario Quintero; Tadeo Mendívil, de Etchojoa; los Valenzuela (Salvador y Baltazar) de Bacobampo; Shirley Vásquez; Francisco Vásquez y hermanos; Joaquín Navarro, de Álamos; Manuel Villegas de Guaymas; J. Rosario Enrriquez Corral, de Álamos; Ramón Flores (alcalde panista de Arivechi) se fue a la dirigencia estatal del PT; y sin olvidar a David Figueroa, que pasó del PAN a MC, y ahora trabaja para el gobierno de la 4T en Arizona.
¿Se podrían señalar algunos factores de la actual crisis?
En Sonora, al igual que a nivel nacional, la llamada 4T pretende acabar con la alianza PAN-PRI-PRD de cara a la elección del 2024. La actual cerrazón del gobierno contra el PRI y el PAN no tiene precedente.
En el gobierno federal temen a una ruptura en Morena a causa de la imposición y exclusiones por la candidatura a la Presidencia el próximo agosto. También que la Alianza les pudiera dar un susto como en el 2021 que los bajó de la nube. Una causa más, por el desencanto con el gobierno de la 4T ante la falta de resultados en sus principales programas. La Alianza ya demostró funcionar al obtener 19.4 millones de votos en 2021 y le quitó a Morena (que sacó 16.7) y sus aliados la mayoría calificada en la Cámara de Diputados. Por eso la combaten. En lo nacional y lo local, hay una injerencia directa de los gobiernos en los asuntos internos de las oposiciones: Los despiadados ataques oficiales contra el dirigente nacional del PRI, la cooptación de gobernadores de oposición, el alquiler de panistas y priistas para integrar candidaturas a gobiernos estatales, y la exhibición en
fotografías estelares de tránsfugas como piezas de caza por parte del gobernador Durazo con el agregado de comentarios en la mañanera de AMLO, son algunas de las expresiones más marcadas de la estrategia que sin duda, seguirá hasta el 2024. Tienen dinero, la maquinaria oficial, embajadas, consulados y poder para hacerlo. También venden con relativo éxito expectativas políticas en sus partidos satélites para tratar de fortalecerlos. Allá aquellos que sigan cayendo en el canto de las sirenas. No tardarán en despertar del sueño cuando sepan que los enviarán a hacer cola? si es que los mandan.
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